Esta biblioteca no nació para guardar libros, sino para acoger personas
Dice José Saramago que los libros hay que abrirlos con cuidado, porque tienen dentro al autor, con toda su sensibilidad, con todo lo que le ha hecho ser único e irrepetible. Dice que hay que pasar la yema de los dedos por los lomos de los libros con un gesto cómplice, decirles a los escritores que no están olvidados y demostrarlo acudiendo a ellos, hoy un libro, mañana otro, para que no se desesperen mientras nos aguardan y nos reclaman. Esta biblioteca tiene gente en los estantes y Saramago pensaba pasar con ella mucho tiempo, venir a leer y conversar con sus contemporáneos o con quienes le habían precedido. Pero no pudo ser. El proyecto se truncó porque la muerte no es inteligente ni compasiva.
A la biblioteca venía Saramago todas las mañanas. Se sentaba en la mesa de enfrente después de haber colocado un disco, tal vez Bach, y comenzaba su trabajo de escritor leyendo lo último que había dejado acabado e impreso. Corregía poco, casi nada, porque cuando escribía ya tenía la historia e incluso las palabras ordenadas en su cabeza. Y entonces comenzaba el ritual: reorganizar las piezas de la mesa, encender el ordenador, echarse hacia atrás en su sillón, juntar las manos, mirar su entorno, empezar a escribir. Y desde fuera se oía el sonido leve del teclado, un ritmo lento, cadencioso, sin grandes pausas, sin aspavientos. No fumaba, no necesitaba un café, tal vez agua, casi siempre olvidada a un lado de la mesa. “Escribir es como hacer una silla, las cuatro patas tienen que asentar en el suelo, debe establecerse cierta armonía entre las distintas piezas, ser hermosa, si el talento da para tanto”.. Escribir, decía, es como hacer una silla, las cuatro patas tienen que asentar en el suelo, debe establecerse cierta armonía entre las distintas piezas, ser hermosa, si el talento da para tanto. Y así, como un artesano, iba creando páginas que ya están en la Historia de la Literatura, mientras su entorno se empleaba en otros quehaceres más prosaicos, como catalogar libros, abrir correspondencia y atender visitas, conscientes todos de que estaban asistiendo como testigos mudos al acto mágico de la creación, que es lo que aquí, entre estas paredes, se ha producido a lo largo de cuatro años.
La biblioteca está presidida por un retrato de José Saramago y la esposa del pintor checo Jiri Dokoupil que plasma un momento de la presentación del libro. Las pequeñas memorias, que el artista vio en un periódico y, “como todo puede ser contado de otra manera”, según decía Saramago, el pintor se aplicó en un lienzo, y con humo de una vela y pintura amarilla realizó una obra moderna y bella en la que el escritor se sentía muy a gusto. De la serie que Santa Bárbara realizó sobre Memorial del convento hay en la biblioteca otros dos cuadros, además de los cuatro grabados del artista cubano Kcho que Saramago se trajo desde Cuba teniendo muy claro qué lugar de su casa iban a estar. Los libros escritos por mujeres están juntos y por orden alfabéticoLa organización de los libros responde a criterios personales. Así, y pese a que la Literatura sea universal, los libros están colocados por los países de procedencia de los autores. La filosofía, el ensayo y las memorias responden a un orden temático, como la historia o la política. Hay, no obstante, una excepción a todas las normas: los libros escritos por mujeres están juntos y por orden alfabético. Saramago nunca compartió este criterio, pero respetó la decisión de Pilar, que no quiso que autoras que no fueron consideradas por sus pares por el hecho de ser mujeres estuvieran condenadas a compartir estantes con quienes no las respetaron o valoraron.
La antesala de la biblioteca está ocupada por las dos personas que trabajaban más de cerca con Saramago. Aquí se encuentra parte de la literatura de América y hay retratos de escritores amados: Cervantes, Camoens, Pessoa, Drummond de Andrade, y hasta un Don Quijote derrotado que regresa de perder todas las batallas y sin embargo es, para siempre y en todo el mundo, el maestro que se invoca cuando se emprende una empresa osada.Las palabras de Saramago en portugués, euskera y castellano: Una inagotable esperanza. Esta sala está presidida por un trabajo conjunto que realizaron, por iniciativa del grupo vasco Elkarri, Tàpies y Saramago, y que tenía como objetivo abrir una campaña para encontrar una salida pacífica y respetuosa para el conflicto vasco. Durante unos meses, Tàpies y Saramago recorrieron diversos lugares sumando voces y apoyos. Como testimonio, el grabado de Tàpies, las palabras de Saramago en portugués, euskera y castellano: Una inagotable esperanza.
En la biblioteca José Saramago ha recibido a sus amigos. Cuando se recuperó de la enfermedad que en 2007 estuvo a punto de acabar con su vida, el primer acto público que organizó fue invitar a María Kodama para que hablara de Borges en Lanzarote. La memoria de Borges preside la biblioteca porque Jorge Luis Borges, junto a Pessoa y Kafka, eran los escritores imprescindibles del siglo XX para Saramago. Más tarde, otros compañeros de letras pasaron y dejaron sus palabras. Están contenidas en este espacio, si es verdad esa ley que dice que nada se pierde.