Noticia publicada en El Cultural.es de Marta Caballero:
Alfaguara publica las conversaciones inéditas entre ella y José Saramago resultantes del documental ‘José y Pilar’, de Miguel Gonçalves Mendes
Tiene visita hoy en casa, así que habla con alguien para que le ayude con el horno. Pilar del Río, aunque siempre ha amado la cocina, no pasa por los platos que duren más de 20 minutos. «El olor a tomillo es el olor de la vida. Si el mundo oliera a tomillo, a lo mejor estábamos en otra situación. Pero no, se han empeñado en que tiene que oler a petróleo y a edificios de cristal, y a perversión y a mentira…». Esa frase cocinera y militante forma parte del libro José y Pilar, conversaciones inéditas, que el director Miguel Gonçalves Mendes recuperó de las horas de charla que grabó para el documental José y Pilar (2010). Alfaguara publica ahora esta obra que va de eso, de la cocina, del hogar, de la vida, del amor, de la muerte, del compromiso, de la política. En esos campos se sigue moviendo la «novia» de Saramago (así se autodenomina) tres años después de la muerte del escritor. De forma que mientras se aclara con el horno en su residencia de Lanzarote, donde desde las 10 de la mañana hay gente, pues se empeñó en convertirla en una casa museo, revisa papeles, atiende entrevistas, recuerda que en unos días se inaugurará allí una glorieta dedicada al Nobel… «Tengo que estar en todos los sitios. No puedo poner publicidad, no se va a encargar la Coca-Cola de mover esto. Tenemos que estar vivos y militar es lo único».
Pregunta.- Respecto al documental, este libro de Miguel Gonçalves Mendes aporta multitud de conversaciones con usted y Saramago. ¿Son obras complementarias?
Respuesta.- Miguel tuvo la idea. Él tenía muchas horas de entrevistas y decidió transcribirlas. El libro es muy interesante desde una perspectiva no periodística sino más humana, porque no plantea asuntos de actualidad, ni siquiera que tengan que ver con la literatura sino con las grandes obsesiones, pero acaba siendo muy complementario a esos otros. Son charlas muy humanas. Los lectores siguen viendo, como en la película, a un autor en zapatillas. Están el amor, la vida, la muerte… la muerte aparece mucho porque también Gonçalves la tenía presente. Yo a veces me enfadaba porque no quería que la mencionara tanto. Pero es bonito, nos hace reflexionar.
P.- ¿Regresando a esas conversaciones, esta vez por escrito, se ha reencontrado con Saramago?
R.- Yo convivo permanentemente con su obra. He tenido que traducir después de que él muriera, abrí al público mi casa y la biblioteca porque me parecía que era un tesoro demasiado grande como para quedármelo yo sola. Y me cuesta la vida, porque en mi casa hay gente desde las 10 de la mañana. He puesto en marcha la Fundación y estoy todos los días con papeles. Desde que me he levantado hoy a las cinco de la mañana estoy trabajando en ello. Por todo esto no sufro impresión al releer. Milito en José Saramago, vivo en José Saramago… y, de vez en cuando, me gusta ir al cine.
P.- Se nota el esfuerzo por el ‘ruido’ que hace la Fundación.
R.- Estoy muy involucrada tanto en el proyecto de Lanzarote como en el de Lisboa. Respecto al primero, hemos dotado a la isla de una casa museo y de una biblioteca en dos edificios que son impresionantes. La Fundación, que es de interés público, tiene como norma no recibir subvenciones públicas, vivimos sólo de los derechos de autor de José Saramago. A parte de que nos fue concedido un edificio público que mantenemos vivo y abierto, celebramos exposiciones, conciertos, debates… Nuestros objetivos son el mantenimiento y la difusión viva de su obra y de los valores que él defendía, además de un acercamiento emotivo de la literatura a la naturaleza. Y también el medio ambiente está encuadrado en los derechos humanos. Somos muy militantes, interventores y actuamos con toda la libertad del mundo.
P.- Insisto en el mérito que tiene, sobre todo si se compara con otras fundaciones de escritores.
R.- No podemos compararnos con nadie porque, para empezar, vivimos sólo de los derechos de autor. Somos privados pero mantenemos bienes públicos. Tenemos vida diaria: este mes se cumple el aniversario de la muerte de Saramago y se va a presentar en la Fundación la obra completa del padre Vieira, del que José decía que nadie había escrito portugués como él… Luego está lo del viaje del elefante, un elefante de siete metros que volverá a recorrer Portugal este verano y que, el que viene, viajará de España a Viena. Hoy mismo Luis Pastor irá por la Feria del Libro como un juglar cantando palabras de Saramago. Nosotros celebramos la literatura cada día, estamos completamente vivos.
P.- ¿Y en el ámbito de las publicaciones?
R.- Este año publicamos La estatua y la piedra, con la conferencia que Saramago pronunció en Turín en 1997. El año que viene saldrá otra relacionada con la democracia, con dos conferencias que pronunció, una en la complutense y otra en Chile.
P.- ¿Nada de inéditos?
R.- No hay inéditos, sólo el libro que estaba escribiendo. Él iba escribiendo y publicando todo. Lo que sí es cierto es que hay parte que en España no está traducida, como el teatro y una novela de juventud publicada en Portugal en el 57. Las conferencias las publicamos cuando son necesarias, igual que sucedió con Claraboya.
P.- El concepto de la ceguera sigue creciendo. ¿Se pregunta qué pensaría de lo que ha pasado desde que nos dejó?
R.- No me lo pregunto, no estoy en esa posibilidad pero tengo presente lo que dijo. Saramago no era un profeta sino un escritor y un pensador y el valor anticipatorio del pensamiento es asombroso. Tanto en Ensayo sobre la ceguera como de Ensayo sobre la lucidez analizó lo que estaba pasando en el mundo. Él quería haber sido un ensayista pero consideraba que no tenía formación suficiente, así que escribía ensayo con personajes. En esos libros, y también en La caverna, dio en el clavo. Reproduciendo el mito platónico puso a las personas atadas mirando a los reflejos ¿Y acaso no estamos viviendo en un mundo donde pudiendo verlo todo y asomarnos a todas las esquinas estamos más dirigidos que nunca y viendo más las sombras, más rebañizados que nunca? ¿Por qué todos tuvimos que comprarnos un piso? Esta mañana oía en la radio el estado del tráfico en Madrid y hablaban de un embotellamiento de más de cinco kilómetros. Vivimos angustiados y en la sombra.
P.- Él apuntó soluciones, caminos… Como en Ensayo sobre la lucidez.
R.- Esa es la solución, que los ciudadanos tomen conciencia de la situación. En ese libro, cuando el país decide castigar a los ciudadanos de varias formas (atentados, huelgas de basura…) los ciudadanos salen a la calle y la barren y resisten. El poder se pone muy nervioso cuando se le mira de frente. ¿Cuál es la solución? Que la ciudadanía diga y se plantee si esto es lógico. Porque no estamos en crisis, es mentira. Estamos bloqueados. Lo que tenemos es un bloqueo o muchos. Hay mucho dinero, muchísimo, pero en sitios muy extraños. A lo mejor son los ciudadanos los que tienen que decir que están cansados. Con unas formas estupendas, ¿eh? Que la democracia lo permite.
P.- ¿Y qué hace falta para que arranque esa toma de conciencia?
R.- El otro día leía una encuesta que se ha hecho en Andalucía que me puso muy triste. Tiene mucho que ver con esto de la crisis o bloqueo, de la crisis de valores en todo caso, como decía Saramago. Los ciudadanos estaban de acuerdo en que el dinero público fuera a parar a la educación y a la salud pero no a la cultura. Me quedé perpleja, ¿cómo es posible esa respuesta en una Comunidad que vive de la cultura? ¿Cómo se ha inducido ese desprestigio? La cultura debería estar defendida desde la sociedad y las personas. En España el Ministerio más importante tendría que ser el de Cultura, es la única industria que nos salva y nos mantiene. De ella dependen la hostelería, la restauración, el comercio… Yo digo que más Prado, más conciertos, más temporadas… Tenemos que traer permanentemente a la gente. El ocio y la cultura son un derecho y cuanto más tengamos, mejor podremos contestar al poder y demostrar que podemos seguir viviendo. Las personas cultas no se dejan aplastar. Estoy por la cultura como herramienta de insumisión y de contestación. Eso es la Fundación José Saramago, un elemento de insumisión.