«Tengo la tentación de dirigir. Quiero dirigir el país» – Pilar del Río

Por CARLOS REVIRIEGO |

Un equipo de rodaje, con la producción de Almodóvar y Meirelles, siguió al matrimonio José Saramago / Pilar del Río durante cuatro años. El resultado, el documental José y Pilar, a partir de hoy en salas españolas, es un viaje a la imagen pública, la intimidad y la felicidad del Nobel junto a su mujer.

Pilar del Río - caricatura

PREGUNTA: ¿De quién parte la idea de rodar este documental y con qué objetivo?
RESPUESTA: La ida partió del director. Y el objetivo, a lo que parece, es que quería conocer a Saramago. Y pensó que hacer una película era la mejor vía. Los hay así de ambiciosos o de osados. Miguel lo pidió con educación y durante casi dos años. ¿Quién se resiste ante tanta insistencia? Desde luego, no nosotros: acabamos rendidos y casi entregándole nuestras almas.

P: ¿Pusieron limitaciones al equipo de rodaje?
R: Que no interfirieran en nuestra vida, que no nos pidieran poses, que se limitaran a estar. Nosotros tampoco le pusimos condiciones. Bueno, una: que no me tuvieran la casa empantanada, que los artilugios de rodaje no estuvieran por medio. Ellos no cumplieron.

P: En un momento determinado del filme, usted indica al cámara dónde debe colocarse. ¿Tuvo en muchas ocasiones la tentación de «dirigir» la película?
R: Soy la mayor de 15 hermanos, presido una fundación, veo lo mal que va el mundo, así que la tentación de «dirigir» la tengo siempre. Ahora mismo, en esta entrevista. O en la política: quiero dirigir el país, por no ir más lejos.

P: En este sentido, ¿es José y Pilar un retrato o un velado «autorretrato»?
R: Qué buena pregunta: el director sabía lo que quería retratar, los «actores» lo que querían decir. En buena medida son dos autorretratos, aunque no seamos nosotros mismos los que nos filmemos.

P: El problema de todo autorretrato es el de lidiar con la «impostura». ¿Cree que en la película aparece retratada la «auténtica» Pilar del Río?
R: Juro por Dios que de haber previsto la posibilidad de usar la impostura me habría maquillado. No existe, la película muestra a una Pilar del Río con todos sus defectos y toda su ira. Y con la ternura que la vida me va dejando.

P: ¿Hasta qué grado ha podido controlar el proceso final del filme? ¿Tuvo la última palabra sobre el corte final?
R: No tuve ninguna interferencia en los distintos procesos: ni en el rodaje o en el montaje. Pedí, sí, que quitaran dos escenas que no me gustaban, una porque enseñaba más pecho del que tengo y otra porque estoy terriblemente fea: las dos escenas están en la película y mi autoridad por los suelos.

P: Son ustedes una pareja, un matrimonio, pero según la película, son sobre todo un equipo de trabajo… ¿José no se explica sin Pilar y Pilar no se explica sin José?
R: Somos un matrimonio, es decir tres (el hombre, la mujer y la unión de los dos) y somos cómplices, más que equipo de trabajo. Nada nos asustaba, nada nos acobardaba, sabíamos que juntos éramos más que dos. Nos podemos explicar por separado, por supuesto, pero juntos somos más guapos.

P: La película se titula José y Pilar, pero también podría titularse Pilar y José…
R: La película podría llamarse simplemente «José», pero entiendo que el director quisiera poner el lado oculto de la luna que era Pilar.

P: El viaje del elefante es a su manera el viaje de Saramago: recorriendo el mundo en un esforzado proceso de divulgación de la obra… Más que un escritor (apenas se le ve escribiendo), Saramago es retratado como una «celebrity internacional»… ¿Cómo cree que afectó el vértigo y el ritmo de tanta promoción a su salud y su trabajo?
R: No se le ve escribiendo pero escribió un libro. Y luego otros tres… Y porque la cámara prefiere mostrar el pie en zapatillas que los dedos tecleando... José Saramago no viajaba para presentar libros sino para contar el mundo. Podía hacer actos en España y Portugal, o en Brasil, en cumplimiento de una palabra dada, pero las presentaciones le aburrían soberanamente, a él lo que le ponía era el enfrentamiento con el poder, levantar la cabeza, decir que somos, cada uno de nosotros, una superpotencia, lo que pasa es que no nos lo queremos creer, no actuamos de acuerdo con nuestro valor, nos dejamos pisotear y tomar el pelo como ciudadanos. Y esta actitud sí que le costó sangre. Pero así, combatiendo, era como quería vivir, no de flor en flor o estúpidamente instalado.

P: La relación entre usted y Saramago, retratada en la película, ¿es también una metáfora de la relación España-Portugal?
R: ¿De matrimonio bien avenido, cómplice, sincero, que trabaja en la misma dirección? Ojalá. A ver si las relaciones entre los dos países empiezan a parecerse a la nuestra. Habrá conflictos, pero nunca llegarán a la noche, todos nos habremos reído antes. Como hacíamos nosotros.

P: En cierto momento, un periodista portugués le acusa de haber «robado» a José Saramago de Portugal para traérselo a España… ¿Se han «suavizado» las relaciones de Portugal con usted en los últimos años?
R: ¿Relaciones de Portugal conmigo? Perdón, pero no somos entidades iguales… Eso sí, ya tengo la nacionalidad portuguesa, ahora se podría decir, si a alguien le interesara, que Saramago me robó para Portugal. Y eso sí sería cierto. Soy portuguesa con todas las de la ley y para todo.

P: En una reunión con el ministro de Cultura, usted propone la Unión Ibérica con capital en Lisboa. ¿Hasta qué punto es una provocación, una broma o un deseo?
R: Un estado federal ibérico no estaría mal, pero tampoco está mal así, qué mas da… Lo que pasa es que a veces cansa hablar de España como problema y de Madrid como compendio de males, de ahí la broma: Lisboa capital de la península y Madrid zona de arte y fiesta. Y Cataluña y Euzkadi, tan contentos. Supongo.

P: Saramago dice de Hilary Clinton que es una mujer muy ambiciosa y que lamenta que usted la admire y la respete… ¿Al final ha podido conocer a la señora Clinton?
R: No, pero la vida no se ha terminado. Y creo que pese a las divergencias que tenemos, podríamos entendernos. He leído de ella o sobre ella lo suficiente como para saber que compartimos ciertas urgencias y ciertos discursos.
P: «El libro fue escrito en un estado de pura felicidad», dice Saramago. ¿Fueron los últimos años en la vida de Saramago los más felices de su vida?
R: De alguna manera se podría decir que sí. Incluso unos días antes de morir me preguntó, hizo la pregunta, era así de humilde «Somos felices ¿verdad?» Y lo éramos, aunque sabíamos que el final se acercaba. Pero estábamos en paz y esa paz generaba armonía. Es un privilegio, lo sé.

P: Principio y final de la película: con el paisaje montañoso de Lanzarote al fondo, José Saramago le dice a la cámara, a usted: «Pilar, nos encontramos en otro sitio…». ¿Resulta que, contradiciendo su ateísmo, Saramago sí cree en el más allá?
R: ¿Quién dice que se refiere al más allá religioso? Perdone, pero puede significar que nos encontramos en los cuadros mirados por ambos, en los libros acariciados, en el aire respirado, en mi cuerpo y en mi casa. Las emociones contienen personas ¿no lo sabía?

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